lunes, 11 de octubre de 2010

abandonas el sendero ? . . .

¿Cuánta seguridad necesito? ¿Y hasta donde puedo llegar? Si me protejo, nunca entraré al camino. Seguiré para siempre a un lado, preguntándome como sería haberme atrevido. Pero quizás no sea posible retroceder. Tengo que atreverme a ser paciente. Quién dijo que todo tiene que ser ahora ya?.
En la espesura del bosque, mi mano se extiende temblorosa. Una rana me observa. ¿Dónde estás? Ni tú mismo lo sabes. Venías bastante bien. Pero algo ocurrió en el camino y ahora estás extraviado. O te faltó fuerza o te faltó sabiduría. Y ahora estás extraviado. ¿Volverás? Antes de retornar al origen debes preguntarte por qué es necesario hacerlo. Tal vez es allí donde querías llegar y no te habías percatado de ello. O tal vez te convenga más seguir avanzando y dejar tu hogar atrás. Pero si deseas retomar la senda, debes desandar tus pasos. Piensa bien. ¿Adónde querías llegar? ¿Qué montaña estabas subiendo? Tú lo tienes claro, o al menos alguna vez lo tuviste. Recuerda ese momento de luz y reemprende el camino. Probablemente, debas retornar al origen antes de seguir. No te pierdas de nuevo. Puedes no encontrar siquiera una amiga de ojos grandes.